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lunes, 21 de mayo de 2012

Carta traducida de un profesor de Bachillerato a sus estudiantes. Canadá


Queridos estudiantes:
 En estos tiempos políticos difíciles estáis experimentando que el ejercicio de la democracia y de su aplicación se realiza más bien con parsimonia y de modo parcial. Habéis descubierto, sin duda, que el bello modelo de los manuales de Secundaria no se corresponde en nada a lo que estáis viviendo en estos momentos. Ante vuestra legítima indignación, descubrís que la mala fe, la corrupción y la mentira de la clase política no os permiten ser ciudadanos romanos ejemplares, entonces gritáis y removéis el centro de la ciudad para que os oigan.
Os dicen que seáis pacíficos, y es un buen consejo. Un muy buen consejo, incluso, porque no dais la talla frente a los robots del SPVM (policía de Montreal) y sus acólitos un poco menos en forma del SQ (policía provincial de Québec). Ellos están entrenados, están armados y, más importantes todavía, mucho más importante, los empuja un fervor profesional a toda prueba que se alimenta así mismo con la seguridad de hacer lo que debe hacerse, de hacer algo legal, de ser defensores inveterados de la ley.
Muchos ejemplos en los últimos años lo prueban, y si la memoria mediática olvida, la mía guarda muy frescos los recuerdos de la Cumbre de las Américas de abril de 2001 en Québec, donde los arrestos ilegales, las irregularidades de todo tipo, el uso (muy) excesivo de la fuerza, el atentado a los derechos fundamentales, el atentado al pudor (¿quién no se acuerda de las duchas de descontaminación en medio de la calle?) y otras escandalosas demostraciones de brutalidad policial eran incontables.
Yo tenía entonces 18 años en aquella época, estaba en el cégep (final de la secundaria), estaba en la calle como street medic (voluntario en atención sanitaria durante las protestas) y he comprendido, en el transcurso de esos tres días de enfrentamientos espantosos y surrealistas, que las vías políticas usuales ya no funcionan y que la ley es un algo muy extraño que no obedece al sentido común, sino más bien a quienes están en el poder.

 Bestia liberal de dos cabezas

 Os dicen que respetéis la ley, que estéis tranquilos, que os manifestéis en silencio después de vuestras clases y al final de la semana, después de haber estudiado y después, muy a menudo, de vuestra jornada de trabajo. Para que vosotros aceptarais esto, tendríais que tener la seguridad de que vuestro gobierno, aquel que os pide que os calméis, esté preparado para escucharos cuando le decís que una de sus decisiones no es posiblemente la mejor. La bestial liberal de dos cabezas se hace la sorda desde hace meses. [...]

 FUENTE COMPLETA: http://soypublica.wordpress.com/2012/05/21/carta-traducida-de-un-profesor-de-bachillerato-a-sus-estudiantes-canada/

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